jueves, 13 de enero de 2011

El puente

Abrí la puerta como siempre, con el ánimo cansado de un día lleno de tráfico, teléfono, pendientes. Pero esa noche pesaban más que de costumbre, al grado de sentir como atravesaban mi piel y tocaban mis huesos; hiriendo y desgarrando a cada paso; preguntas que golpeaban mi cabeza mientras mi rostro se cubría de la máscara acostumbrada de no pasa nada…


Prendí la luz de la cocina buscando consuelo en alguna receta, en algún olor que disipara mis pensamientos pero no surgió ni la voz que dicta mis platillos, ni la magia de crear algo nuevo. Traté de ahogar las dudas en el café pero hasta este me supo vacio.

Finalmente decidí ir a dormir, creyendo absurdamente que la horizontalidad calmaría mis pensamientos sobre el rumbo en que llevo mis días… y mis noches… Mis ojos se cerraban más que por el cansancio del ir y venir, del respirar, se cerraban por la falta de respuestas, por las dudas. Sin darme cuenta crucé como cada noche hacia el onírico mundo paralelo al que vivo y en el que refugio los deseos que ni yo misma me puedo confesar en vigilia, el camino obscuro por el que caminaba gritaba silencio pero al fondo un pequeño resplandor surgía. Amanecía en mis sueños y sin pensarlo caminaba hacia esos rayos de luz buscando el calor que calmara el frio emanado por mis huesos, esos rayos empezaron a descubrir la silueta de una ciudad que no conozco y que se que conoceré algún día. Empecé a darme cuenta que mi paso se hacía más ligero, que el cansancio ya no se sentía….

De pronto percibí tu presencia, voltee a verte sin entender que hacías allí con tu rostro sonriente, tu seño arrugado, tu perfil firme. Los rayos del sol ya iluminaban un puente sobre un rio murmurante, tu parado al inicio del mismo me ofrecías tu mano y solo podía sentir el viento sobre mi cara al correr hacia ti y abrazarte, al llegar volví a tener 6 años, podía volver a esconderme en tus brazos y sentir tus labios sobre mi frente para darme el beso de siempre. No quería soltarte, ni podía dejar de mirarte. Mis manos tan pequeñas junto a las tuyas se aferraban como cuando de niña tenia pesadillas y me dejabas quedarme contigo hasta que el cansancio me venciera. Hubiera deseado escuchar tu voz en mi sueño pero entendía que me llevarías a la ciudad que siempre he deseado ver y que estaba después del ese puente…

Pero desperté… llevo días con un nudo en la garganta y otro en mi corazón… me haces falta…

Hoy cerraré los ojos deseando soñar de nuevo contigo al pie del puente y quien sabe quizás sueñe que esa niña cruza el puente de la mano de su tío.