lunes, 24 de enero de 2011

Suplica

Quiero que te vayas, que no vuelvas. Te metes en mi casa, en mi vida, en mi cama cada vez que te place. ¿Qué debo hacer para que te vayas? ¿Qué debo decirte? ¿En qué país debo esconderme?


“Siempre estaré contigo”

Finjo que no me afectan tus palabras, tu mirada; no importa cuánto duela por dentro intento no dejar que te des cuenta. He aprendido a llorar hacia dentro, a escuchar me quiebro por dentro y sonreír por fuera, a hacer planes a largo plazo cuando no quiero abrir más los ojos, a hablar de esperanza cuando nunca la he conocido.

“Aquí estoy”

Me esfuerzo por recordar el primer momento en el que me di cuenta de tu presencia, recuerdo ese momento entre sueños, te apoderaste de mi corazón, quizás siempre fue tuyo; quizás toda yo siempre te he pertenecido.

“Siempre pienso en ti”

Dicen que llegaste a mi vida antes aún de que naciera, que sostuviste la mano de mi madre en su grito y fuiste el primer rostro que vi. Que me bautizaste con un nombre que significa lo mismo que el tuyo, que me cantaste en las noches frías y que me alimentaste hasta hacerme sangre de tu sangre.

“Nunca te abandonaré”

Sin embargo en ocasiones pierdo la fuerza y me dejo caer en tus brazos, lloro y me abandono, finalmente siempre he sido tuya. Y esas noches después de dejarme poseer y dormir cansada en tus brazos, abro los ojos y no estás… pero sé que no tardaré mucho en ver de nuevo tu rostro.

Amiga tristeza no regreses más.