lunes, 5 de octubre de 2009

Masa para Pizza

Han sido semanas difíciles las últimas, que si las enumeráramos sería una serie de eventos infortunados, problemas críticos en la oficina, amigos enfermos, carteras robadas, llantas ponchadas, horarios mal acomodados, encuentros inesperados, manchas en las camisas, accidentes carreteros, chismes no pedidos y comentarios no deseados. Cada uno de esos eventos se han sumado como gotas en un vaso que ya de por sí estaba lleno y que finalmente el viernes desbordó dejando una inundación de pensamientos tristes y desesperados.


Hoy no puedo decir que hayan desaparecido, la última gota esa que derramó el vaso se siente como ácido en la piel y llena todos mis pensamientos… mucho más de lo que creía que podría ser y más de lo que me puedo confesar.


Sin embargo siguiendo el consejo de alguien a quien he amado el domingo me he empeñado a buscar algo bueno de toda esta serie de eventos y aunque no podría encontrar algo agradable a cada uno de ellos debo decir que durante todos siempre existió una constante: mis amigos.


Hoy que ha muerto Mercedes quien daba gracias a la vida, debo reconocer su sabiduría. Gracias amigos por estar allí, por apoyarme cuando mis horarios trastocados no me permitían ayudar, por acompañarme cuando sentía miedo y me sentía vulnerable, por ayudarme cuando no entiendo los términos técnicos que parecen salidos del “Big Bang Theory”, por preguntar de los problemas críticos de mis clientes, por mandarme mensajes de texto cuando apago el teléfono, por hacerme cantar en medio de las oficinas de un cliente e incluso virtualmente, por dejarme escoger sus compras. Por escucharme llorar en inglés cuando no puedo expresar lo que siento en español.


Por cada momento que han estado allí en persona, al teléfono, por correo, por mensajes y por conferencias… simplemente GRACIAS.


Prometo que cuando termine este período de desastre me dedicaré a pagar las vacunas que no he pagado. Al menos con una pizza hecha en casa.


  • ½ taza de agua tibia
  • 1 cucharadita de azúcar
  • 15 gramos de levadura en pasta ó 1 cucharada de granlado
  • 3 cucharadas de aceite
  • 1 cucharada de sal
  • 2 tazas de harina


En un envase pequeño se ponen el agua tibia y el azúcar, se revuelve con la levadura y se cubre dejando reposar por media hora. Se pasa a un envase mayor, se agrega el aceite, la sal y poco a poco se agrega la harina. Se amasa hasta que no se pegue. Se deja reposar una hora cubierta en un lugar tibio. Se amasa de nuevo hasta hacer una bola y se deja reposar 15 mins más.


Se amasa para darle forma al molde, se pincha con un tenedor y se cuece a 350 grados centígrados por 35 minutos o 40 minutos con un papel encerado encima y frijoles para no dejar que levante.


Se comparte con los amigos. Si… contigo…