domingo, 1 de noviembre de 2009

Pan de Muerto

 No suelo meterme en la vida de mis vecinos, inclusive soy antisocial con ellos, un poco a consecuencia de tener una vecina si fuera por ella tendría las llaves de todas las casas de la privada para entrar cuando le plazca literalmente hasta la cocina, otra parte por falta de tiempo y el poco que me queda libre me gusta dedicárselo a las cosas que amo.

Pero esta noche no he podido evitar ver a la ventana de Doña Luz, ese es el nombre de la dueña de la casa de atrás la cual conocí hace unos meses cuando su nieto voló su pelota a mi patio y la súper abuela llegó al rescate.


Hoy su nieto no ha venido a visitarla y la luz de la ventana de la cocina se encuentra prendida, me empeño en no voltear a ver pero desde la ventana sin cortinas de mi estudio la ventana me queda justo en el punto de fuga donde mi mente viaja al escribir.


Sin darme cuenta me quedo observando como prepara su merienda, en la mesa de la cocina un mantel azul, saca dos platos, dos tazas y una canasta con lo que presumo a la distancia pan de muerto.


Me la imagino en un matrimonio viejo, donde la pasión se volvió amor, donde el amor huyó para transformarse en cariño y los problemas existenciales de cada crisis de edad se hicieron a un lado a cambio de la compañía de quien nos conoce de toda la vida.


Ahora Doña Luz pone una jarra de café o de chocolate sobre la mesa mientras se sienta y espero paciente a que su acompañante aparezca… pero la silla sigue vacía… Doña Luz toma un trozo de pan de muerto, lo pone en el plato del sitio vacío y se sirve otro; llena las tazas mientras un escalofrío recorre mi espalda y suplico mentalmente que aparezca alguien… pero la silla continúa vacía… y continuó vacía mientras duró la merienda. Al final Doña Luz recoge todo y la mesa vuelve a quedar vacía.


Es día de muertos pienso… cenó con quien amaba.
  • 5 tazas de harina
  • 3 cucharadas de levadura en polvo
  • 5 huevos y 5 yemas
  • 2 barras de margarina (90grs cada una)
  • 1 taza de azúcar
  • 3 cucharadas de agua de azahar
  • raspadura de una naranja
  • 2 huevos para barnizar
  • 1 pizca de sal 
La levadura se pone en agua tibia con un poco de azúcar y harina; se reserva. En una fuente se agrega el harina cernida, el azúcar y la mantequilla, se amasa a mano o a máquina. Se incorpora a la masa la raspadura y la sal. Sin dejar de amasar se agrega el agua de azahar así como uno a uno los huevos y las yemas.


Cuando se tiene una masa manejable se agrega la mezcla de levadura y se vuelve a amasar. Se deja reposar la masa envuelta en plástico y en un lugar tibio hasta que tenga el doble de su tamaño.


Se hacen pequeñas bolitas de masa las cuales se decoran con “huesitos” (rollos de masa más delgados en el centro) Estas se pegan con los huevos para barnizar. Se espolvorean con azúcar.


Se hornean aproximadamente 30 minutos a 200º C.