martes, 1 de diciembre de 2009

Krammer

Debo confesar… me gusta poner apodos… pero por favor no me malentiendan… no es en mal plan… bueno… no en todos los casos… la gran mayoría surgen de algún momento cómico en la convivencia y al pronunciarlos una y otra vez nos hacen mantener presente dichos momentos.



Pero… ¿Qué es un apodo? Según algunas referencias que encontré es la palabra que se emplea para ocultar la identidad de una persona… yo personalmente creo que en muchas de las ocasiones al contrario, los apodos nos permiten ver algo que el nombre de pila no refleja… ¿No me creen?... De acuerdo piensen en las personas que se llaman: Blanca, Clara, Linda, Eugenia, Tristán, Angel, Bonifacio, Justo, Bárbara… y ya no hablemos de apellidos como Delgadillo, Cortés, Cordero y otros más que han justificado que en la legislación exista un proceso para cambio de nombre.


Así que al menos para mí los apodos tienen un sentido práctico, es por ello que en el día a día es común escucharme decir: “El bicho”, “El potro”, “El hombre”, “El pafe”, “El chaparro”, “La vanidosa”, “El músico”, “La generala”,  “El hijo pródigo”, “El hijo bueno”, “La sargento” , “La inglesita”, “El selecto”, “Don fantasma”, “Chicabum” entre muchos refiriéndome a personas que estaban y de muchas formas están en mi vida. Y que por supuesto quiero entrañablemente.


Sin duda hay otros que hacen mención a personas que aún sin saberlo nos hacen reír a quienes sabemos su apodo y generan un vínculo de complicidad en los que una sonrisa se dibuja: “La princesita”, “El apocalíptico”, “Macy’s”, “ El Yuca”, “La pan dulce”, “el michoacano”, “El lo que él quiso decir”, “La piro maníaca”.


Finalmente hay otro grupo de apodos son resultado de momentos difíciles así que, como buenos mexicanos que somos nos reímos de nuestras desgracias. Esto trae la consecuente ventaja de que en un elevador nunca un tercero sabrá de quienes hablamos y nos permite expresarnos a nuestras anchas: “La cucaracha”, “El limoncito”, “La silla del cine”, “La becerra”, “El ebanista”, “El innombrable”.


La receta de hoy en realidad es un Pan Francés… pero durante nuestra niñez mi hermana y yo simplemente le decíamos “Krammer”.


Por lo pronto me disculpo de antemano con todas las personas a las que les he puesto un apodo y no les resulta cómodo, con todas las personas a las que no les he confesado su apodo, pero me disculpo más con todos aquellos cuyo paso no ha significado nada y no han merecido un apodo.


  • Pan Blanco de Caja
  • Huevo batido
  • Leche
  • Chocolate en polvo
  • Crema Batida
  • Chispas de Chocolate
  • Mantequilla


Se remoja el pan blanco en el huevo batido con un poco de leche y menos de media cucharada de chocolate en polvo, se fríe en mantequilla hasta que se dora.


Se adorna con crema batida y chispas de chocolate.